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Osman Pérez Méndez (Periodista de El Nuevo Día)

  Antes que nada permitid, oh ilustrísimos expertos, que tengamos a bien escribir desde nuestras exóticas islas donde, como habéis constatado, nadie sabe nada de vuestro muy atesorado fútbol.

  Perdonad a nuestros taínos que han tenido la idea de traer a vuestro imperial equipo multicampeón (de la Euro, porque del mundial es solo uno), con la idea noble de impulsar la hermandad y el fútbol en nuestras rupestres islas, y además con el aún más noble propósito de recaudar fondos para ayudar al tratamiento de niños autistas.

  Disculpad pues, haber regalado millones de dólares a vuestra majestuosa federación (que agarraron sin chistar), para que viajara a estas distantes y calurosas tierras (a saber qué demonios esperaban encontrar en una isla tropical en pleno verano), con la loca fantasía de que alguno de esos chamaquitos, muchos que incluso prefirieron llevar la camiseta roja antes que la azul, se inspirara a entrar al mundo del fútbol (y si sale bueno, vaya que correrán sus clubes a comprarlo).

Pero no os preocupáis, que ya somos muchos los que deseamos fervientemente que no tengáis que pasar por semejante tortura otra vez, especialmente en el 2014, cuando el mundial del que ahora sois campeones se juegue en otra tierra distante, calurosa y llena de indígenas (aunque aquellos sí que saben patear la bolita, y tienen cuatro estrellitas más).

No escuchéis a quienes, oh engreídos indígenas, os han recordado que hasta hace bastante poco tiempo no habíais ganado ni un solo título de prestigio, y salíais antes de tiempo de los grandes torneos, reclamando faltas, penales no pitados y colgando titulares enormes de ¡Robo!, ¡Injusticia!

Perdonad a nuestros nativos que no entendieron el guión, que dictaba claramente que debían perder por un goleada mayor que la dio su gran equipo en la final que acaba de ganar a Italia (que tiene tres estrellitas más).

  Menos aún debéis prestad atención al hecho de que, en apenas horas, habéis conseguido que con vuestros artículos, que nuestros mulatos insisten en calificar injustamente de derroches de coprofagia y xenofobia, para miles de personas vuestro divino equipo pasara de estar entre los más queridos a estar entre los más odiados. Que os puede importar si tenéis tantos admiradores en vuestra gran península, desde el peñón que prestáis a Inglaterra (¿cómo?, también tiene estrellita) hasta la frontera pirinea con Francia (¿eh?, otro con estrellita). Está más que claro que en tan gran espacio podéis vivir al margen del resto del mundo (excepto, claro está, de la billetera de Alemania, que, vaya casualidad, también tiene más estrellitas).

Hacia la Disertación

  Menos aún, os ruego, debéis hacer caso a quienes hagan mención de que, antes que vuestros dioses de la Roja impusieran su divina presencia en nuestro parque, en ese mismo estadio, aun sin haber sido remozado, jugaron otros históricos, como Romário, sin quejarse de la manera que vosotros lo habéis hecho (de hecho, vaya nuestro agradecimiento a los jugadores de la selección española que sí fueron amables y respetuosos y, jugando a medias o no, salieron al campo a brindar su fútbol).

Y qué decir de todos esos, que los criollos de acá se atreven a llamar buenos españoles, que, traidores a vuestra verborrea neocolonialista, han decidido saliros al paso y condenaros.

Permitid vuestras altísimas plumas que, no obstante a su sabiduría, este humilde aborigen os haga una sencilla observación. Recordad que establecisteis que los jugadores de Puerto Rico eran amateurs (aunque jueguen en equipos profesionales), de manera que el tío con trensitas, al que uno de vuestros rubios empujó, en lo que acá insisten tercamente en señalar como la única jugada antideportiva del partido, no era Drenthe (vamos que no todo lo negro es morcilla), es Alexis Rivera Curet, cuyo único título es ser uno de los jugadores más queridos en Puerto Rico y un caballero en el campo.

Perdonad asimismo la insolencia del profe Campos, otro atrevido no peninsular salido de las selvas (donde hace poco también sufrieron aquel vergonzoso 2-2), que plantó una defensa que terminó atarugándosele a su equipo (y acaso alguien se esperaba algo diferente, dada la clarísima superioridad técnica de España. ¿Acaso no hacen eso los equipos de divisiones inferiores cuando enfrentan a los grandes en Copa del Rey, o incluso clubes de más renombre cuando van al Camp Nou o el Bernabéu?).

  Pero sobre todo, perdonad el insulto del amateur Cintrón, que se atrevió a ganar la espalda a uno de sus ídolos, y engañar al otro tirando al palo cercano, donde había menos espacio, para anotaros ese que algunos de vosotros válidamente califican de un “golito” (pero que, vamos, no lo nieguen, les deber haber sabido a la más purísima mierda de ultramar.

Y es que en estas soleadas ínsulas no comprenden que jamás debió venir el supremo once rojo, sino que debieron, quizás, limitarse a invitar a alguno de esos equipos menores de este lado del Atlántico, como quizás, Argentina o Uruguay (¿qué, qué?, ambos tienen más estrellitas, y el primero tiene además al mejor del mundo).

  Espera, espera. Pero ustedes me han engañado. Me dijeron que eran ostia divina, el superlativo celestial, la última coca cola del desierto, y resulta que hay dos más como ustedes y cinco que los superan en títulos e historia. Ah no, pues agarren sus artículos venenosos y, ¿saben qué?, os podéis iros al real carajo. Si es que, con todo y su perreta periodística, al final de la jornada, lo que cuenta es que el equipo 138, el naciente Huracán Azul, se enfrentó al número uno, Y SE LO METIMOS.

operez@elnuevodia.com

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Por loveo

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