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A Papi
"Extraño a mi papá", así me dijo Sofía Valentina después de haber pasado 5 días con el suyo. Y luego añadió: "Quiero estar con mi papá". El corazón se me encogió, se me arrugó como una pasa. Mi mente se quedó en blanco y las lágrimas se asomaron a mis ojos. Entonces suspiré y la senté en mi falda.
Es un momento difícil. Los que han pasado por ello, lo saben. Los días que estuvo con su papá no perdió contacto conmigo, incluso nos vimos y, cuando al fin regresa, me dice eso. ¡Oh, Dios!
Al sentarla en mi falda le expliqué que ya no podía quedarse con él porque se habían acabado sus vacaciones y había vuelto a su trabajo, que ahora ella y yo estaríamos juntas y nos divertiríamos. Aun así veía tristeza en sus ojos y algo de desencanto. Entonces me pregunté: ¿Seré lo suficientemente buena madre? ¡Uf, es fuerte!
Sé que me esfuerzo por hacer lo mejor, pero también sé que muchas veces fallo. Luego me siento tan mal, pero ya es tarde para remediarlo. No puedo deshacer los gritos ni las reprimendas. Bueno, los regaños no tengo que evitarlos porque no son infundados y tengo que educar bien a mi hija. Ahora, sí quiero privar los gritos. No me doy cuenta hasta después de haber vociferado: ¡¡¡Sofía Valentina…!!!
Cuando ella no está, la extraño mucho y el tiempo solo me alcanza para descansar y trabajar con mi escritura. Luego ella llega y me dice que quiere estar con su papá. ¡Se me parte el alma! Pienso si con él se divertirá más, si la pasará mejor… Luego trato de entender que es natural que pasemos por esto, aunque no deja de doler.
Yo también extraño a mi papá, lo extraño mucho y sin remedio porque ya no vive. Sin embargo, su figura paterna y su presencia 
estuvieron conmigo siempre. No viví el tiempo compartido con mi mamá y mi papá porque ambos estuvieron conmigo.
Sin embargo, nuestra realidad es otra, nuestra familia es distinta. Nada cambia el hecho de que el papá de Vale y yo ya no estaremos juntos y que, incluso, es lo mejor para ella. Tengo que seguir luchando y esforzarme más en esta difícil faena de madre soltera, tengo que hacerlo mejor, un poco mejor…
A veces soy tan estricta con ella, conmigo, con todo. A lo mejor por eso es que luego estoy tan cansada. Quisiera que el mundo fuera un lugar mejor y tener la certeza de un futuro brillante para mi hija. Pero el mundo es un caos, un arsenal de violencia y crimen. Me esmero mucho en proveerle armas de defensa. Me hago a la idea de que ella carga una mochila en su espalda y yo estoy echando allí las herramientas que necesitará para ser autosuficiente. ¡Y miren que la chica es independiente…! Pero aun así, me preocupo.
Son tantas las cosas que una madre hace y piensa. Tenemos tantos tentáculos, como un pulpo, y cada uno tiene pensamientos y acciones libres. Pero en fin, creo que debo sosegarme un poco, divertirme más y sentirme menos culpable. Después de todo, no podemos evitar lo inevitable.
P. D. Espero que cuando Vale esté con su papá también me extrañe.
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