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Por Patricia Vargas Casiano /pvargas@elnuevodia.com
B astó un clic de la cámara para que Denise Quiñones se despabilara del sueño que traía mientras la maquillaban para las fotos de esta edición y se reconectara con la modelo en ella. Entonces, entre jugueteos y coqueterías fue apareciendo aquella niña bonita que vestían de volantes para las fiestas y que soñaba con un día convertirse en una Miss Universo.
“Los volantes son sumamente románticos, sexys, en esa línea romanticona se esconde la sensualidad tras la niña y eso me gusta porque te deja volar un poco la imaginación. Aunque soy ya una mujer hecha y derecha, tengo cierta inocencia y un espíritu de niña. Valoro esa cualidad en mí de mantener siempre viva a esa niña que todas las mujeres llevamos dentro y ese sentido de poder ver la magia en la vida”, dijo la actriz mientras saboreaba unas trufas de chocolate que se le habían antojado.
Una mirada dramática, acentuada por una maquillaje en tonos oscuros, le daba fuerza a otras piezas de más color que tornaban a la niña, ahora cubierta por la delicadeza de volantes blancos en una enigmática mujer. “Siempre me gustó el modelaje, siento que es algo que dejé hace tiempo y ahora estoy retomando. Me encanta exhibir las prendas, jugar con el cabello, siento que es un elemento de actuación y de glamour”.
De hecho el glamour era evidente en la moda y accesorios que junto a Quiñones protagonizaron la sesión de fotos. Una enorme y espléndida sortija de $16 mil, se convirtió en objeto de conversación entre la modelo y el equipo de trabajo.
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