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La galardonada e inmortal pieza de Shakespeare, Hamlet regresa a nuestro teatro puertorriqueño con una nueva propuesta experimental adaptada por Miguel Diffoot y dirigida por Joaquín Octavio en una producción de Alfonsina Inc para el 49no Festival de Teatro Internacional del Instituto de Cultura Puertorriqueño del 6 al 15 de diciembre en la Sala Carlos Marichal del Centro de Bellas Artes Luis A. Ferré en Santurce.
7 innovadores actores expertos en este mágico ambiente experimental le dan vida a esta pieza encabezada por Blanca Lissette Cruz en el reto más grande de su carrera interpretando a Hamlet.
“Es un trabajo experimental en el que nos hemos sumergido en un proceso creativo intenso. Hamlet me prestará su espíritu que ha estado vagando por 400 años para representar su tragedia. Es un reto que me tiene emocionada” – afirma Cruz quien también produce la pieza.
El elenco lo componen: Blanca Lissette Cruz (Hamlet), Kisha Tikina Burgos (Gertrudis), Mariana Monclova (Ofelia), Carlos Ferrer (enterrador), José Eugenio Hernández (Claudio), Mario Roche (Polonio) y Lidy Paoli (Laertes). La adaptación está a cargo de Miguel Diffoot, dirección escénica de Joaquin Octavio, regidora de escena: Tania Vargas, Diseño de iluminación Evarlyn Torres, diseño de escenografía José Luis Gutierrez, diseño de vestuario Abigail Vargas, diseño de maquillaje Fernando Santiago y la coordinación de medios está a cargo de AM Publicidad.
Joaquín Octavio (director escénico) nos habla:
Un Hamlet que deambula
Desde su estreno en 1601, “Hamlet” se ha convertido en una de las obras más representadas del mundo. Los personajes de esta tragedia, tanto el príncipe oscuro como el fantasma de su padre como su novia suicida, han recorrido 5 continentes y más de 4 siglos para llegar a encontrarse con nosotros por enésima vez o, quizás para alguno la primera. Esto nos plantea otra dimensión trágica: el destino de estos personajes (Hamlet, Gertrudis, Ofelia) sea el de revivir (y re-morir) su tragedia. Esta tragedia sobre tragedia es la que viven los personajes de Beckett, es la tragedia de la humanidad, la tragedia de repetir la historia.
El príncipe Hamlet ha deambulado el mundo entero, ha tenido que morir y ha tenido que matar un sin número de veces, sin descanso. Su agonía ha alcanzado todos los continentes del planeta. Su piel ha sido de todos los colores. Sus labios han pronunciado incontables idiomas y dialectos. Ha sido hombre y mujer. El Hamlet con el que nos encontramos nosotros no puede ser el mismo con el que se encontraron los contemporáneos de Shakespeare. Nuestro Hamlet carga con todo el dolor del que ha sido testigo. Nuestro Hamlet a sobrevivido todo tipo de tragedias: guerras mundiales, el exterminio de civilizaciones, holocaustos, genocidios, dictaduras, conquistas, y ha muerto en ellas también. Su cuestionamiento “ser o no ser” han resonado en la obra de los grandes filósofos existencialistas del siglo XX tanto como en la vida un sin número de personas de cuyas vidas nunca sabremos nada. La humanidad se sigue cuestionando “ser o no ser”, seguir o no seguir. La pregunta “ser o no ser” ha sido la búsqueda la razón en tiempos sin razón. Con y sin respuesta Hamlet sigue… deambulado.
Con sus pies cansados, su garganta seca, su atuendo raído, y sus heridas abiertas se pasearán delante de ojos expectantes una vez más, esta vez en Santurce, en diciembre, en Puerto Rico, en vísperas de Navidad, en el Centro de Bellas Artes, en Cangrejos. Hamlet detiene su deambular en un nuevo puerto: delante nosotros los puertorriqueños de ahora mismo. No ha de sorprendernos que Hamlet tenga el aspecto desmejorado, que ya no sea aquel de las estampas antiguas. Ya no puede ser ese joven danés, pálido y bello, vestido con nítidas ropas negras. Más que un príncipe, parece un pordiosero o el espectro de uno. El mundo de este montaje es un collage de todas esas tragedias que ha sobrevivido Hamlet. Es un espacio de ruinas, de pedazos de cosas que se acumulan, como los hogares que se forjan los
pordioseros. Los personajes cargan con lo que pueden, se visten con los trapos que han encontrado en su deambular. Cada uno se aferra a alguna prenda vieja y carcomida, pero se improvisa lo demás con lo que han encontrado.
La tragedia escrita se repite y por momentos, los personajes de “Hamlet”, envueltos por delirio de dolor y pasión, viven la trama de la tragedia como si se desenvolviera en ese instante por primera vez, pero tarde o temprano caen en cuenta de la doble tragedia: “esto ya pasó”. La lucidez de esta realización es desgarradora y cada personaje la sufre a su momento y a su manera. Sin embargo, esta lucidez es fugaz, dura muy poco, y como dicen en el teatro “el espectáculo debe continuar”. La vieja tragedia arrastra a Hamlet y al resto de los personajes una vez más hacia una conclusión, a morir de nuevo… esperando el descanso final. Pero el descanso nunca les llega. El fin de la tragedia escrita se convierte en el principio y Hamlet continúa deambulando con su herida fresca. Continuará vengando a su padre, pero ya será en otro lugar, y para otros ojos. La venganza de Hamlet será inútil, pero no su deambular. Lo verdaderamente pertinente será su encuentro con nosotros ahora y aquí.
Hamlet desde el 6 de diciembre en la Sala Carlos Marichal del Centro de Bellas Artes de Santurce. Información y boletos en el 787 792-5000, 787 620-4444 o entcpr.com.
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