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En marzo de 2011, salieron a la luz unas fotografías en las que se ve a la joven Bobbi Kristina (de 18 años), hija de la fallecida cantante Whitney Houston, aspirando un sospechoso polvo blanco que bien podría ser cocaína.
Un ex novio de la chica, a quien cariñosamente llamaba ‘Krissi’, declaró que era adicta a la cocaína, y que cuando alguien la confrontaba por sus hábitos destructivos, sólo se justificaba diciendo “soy como mi mamá”, pues recordemos que en varias ocasiones Houston admitió su adicción a las drogas, y en especial a la cocaína.
El mismo joven también habló sobre el desenfrenado comportamiento de Kristina en las fiestas: “La vi besando a un hombre mientras bebía una cerveza de un litro. Sus padres necesitan ver lo que su hija está haciéndose a sí misma. Si ‘Krissi’ no se detiene, su adicción a la cocaína terminará por matarla”, relató.
Como era de esperarse, Kristina negó tajantemente estas acusaciones, alegando que se trataban de declaraciones falsas, y que había sido traicionada por su ex porque él sólo quería ganar dinero a costa de su fama, y por supuesto, la de su mamá.
Desde la muerte de Whitney, ocurrida el pasado 11 de febrero en el hotel Beverly Hilton de Los Ángeles,
California, han resurgido poco a poco los pasajes más oscuros de la vida de la cantante y su familia.
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