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Los puertorriqueños, inmersos desde hace ocho años en una crisis económica a la que no se le ve salida, buscan el golpe de suerte que cambie sus vidas en el sorteo de la Lotería, que esta semana alcanza un bote récord de 32 millones de dólares.
"El bote más alto desde que este juego de azar comenzó su actividad en la isla en 1990", explicó el director auxiliar de la Lotería Electrónica de Puerto Rico, Armando Pérez.
Reconoce que es "un premio atractivo" para muchos puertorriqueños, cansados de noticias negativas diarias como el aumento del desempleo o la degradación de la deuda.
"La gente sueña con todo lo que podría conseguir con un dólar", explica Pérez, tras recordar que el bote de mañana superará los 26 millones de dólares que se sortearon en noviembre de 2012, récord hasta la fecha.
Los 32 millones en juego no han pasado desapercibidos para los puertorriqueños, que atraídos por la esperanza de hacerse ricos de la noche a la mañana no dejaban la oportunidad de pasarse por alguno de los negocios en los que se ubican las 2.100 terminales con que cuenta la Lotería Electrónica repartidas por toda la isla.
Uno de los establecimientos en los que se comprobaba hoy la inusual afluencia de quienes buscaban un vuelco a sus vidas era Discolandia, un local del céntrico distrito de Santurce que, a pesar de su nombre, tiene como principal actividad la venta de boletos de Lotería Electrónica.
El encargado del negocio, José Rivera, dijo a Efe que la actividad registrada hoy fue inusualmente alta, pero que esperan afluencia mayor a medida que se acerque la hora del histórico sorteo, que se celebra las noches de los miércoles y los sábados.
"La fila de gente a veces llega a la puerta y se ha visto mucho movimiento últimamente ante la expectación del sorteo de mañana", subraya Rivera, al que no le cabe duda de que la crisis económica que se ceba con los puertorriqueños hace ya ocho años ha provocado que cada vez más vean en la compra de un boleto el último recurso para cambiar sus vidas.
"Muchas personas llegan diciendo que necesitan ganar para hacer frente al pago de sus deudas y que la situación está muy complicada", apunta Rivera sobre sus clientes, que en general no juegan más de tres dólares, lo que equivale a dos jugadas con complemento.
En cuanto al perfil de quienes se apuntan a esta ruleta de la suerte asegura que es gente de edad avanzada y empleados de oficinas cercanas, mientras que no son tan habituales los jóvenes.
En el sorteo de mañana solo hay un premio ganador que, eso sí, puede ser -al tratarse de un sorteo electrónico- escogido por más de una persona.
En el sorteo anterior se registraron 2,9 millones de jugadas en esta isla de 3,6 millones de habitantes (que pueden realizar más de una jugada) y se espera que para el de mañana sean muchas más.
El ganador se meterá en el bolsillo, en el caso de ser el único acertante, 32 millones de dólares si da con los 6 números, pero hay otros premios para los acertantes de 5 números (1.000 dólares), 4 números (50 dólares) y 3 números (reembolso de la cantidad jugada).
Según Pérez, la crisis económica no afecta a la recaudación de la Lotería puertorriqueña, porque es un sector muy "resistente" a los vaivenes de la economía y muchas personas invierten hasta sus últimos centavos en búsqueda del anhelado golpe de suerte.
La Lotería Electrónica de Puerto Rico, entidad que depende de la Hacienda local, recaudó en el año fiscal que acaba de terminar 450 millones de dólares.
En el caso de que alguien se convierta mañana en el único ganador podrá cobrar el premio íntegro a razón de 1,2 millones anuales por los próximos 20 años o bien optar por un pago único, en cuyo caso la cantidad se reduce a "solo" 10,8 millones de dólares.
Cualquiera de esas dos cifras permite soñar a los puertorriqueños con alejarse de una realidad que desde hace años les trae noticias negativas casi a diario, sobre un fondo de emigración masiva, una elevada violencia y un 45 % de la población viviendo bajo el nivel de la pobreza.
Un elevado desempleo, cercano al 14 %, y una abultada subvención pública en muchos ámbitos que desvirtúa los datos socioeconómicos añaden una incertidumbre que los puertorriqueños parecen querer despejar con un golpe de buena suerte.
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