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Desde Río Piedras, en el FDI Clinical Research, científicos puertorriqueños contribuyen en, al menos, 15 estudios clínicos dirigidos a erradicar la enfermedad del hígado graso, una condición para la que, de momento, no hay cura y que se estima afecta al 20% o uno de cada cinco adultos en la isla.
En los estudios, en los que participan “cientos de pacientes”, se ensayan nuevos tratamientos en búsqueda de aprobación final, por lo que están en diferentes fases y constante reclutamiento, explicó el doctor José F. Rodríguez Orengo, principal oficial ejecutivo del centro, establecido en 2003 y que hace seis años inició investigaciones sobre el hígado graso.
“Los 15 estudios están corriendo simultáneamente y hay posibilidades para todos. Son sobre medicamentos elaborados por diferentes farmacéuticas a través del mundo, que pueden ser tan grandes como Pfizer, Amgen, Merck o Bristol Myers, o más pequeñas y no tan conocidas como Akero o Madrigal, entre otras. Todas están a la vanguardia en crear nuevas estrategias contra el hígado graso no alcohólico”, dijo, en referencia al grupo de condiciones donde se acumula grasa en el hígado en personas que no ingieren alcohol.
“Ahora mismo, no existe un medicamento. Estamos en la misma posición que estuvimos con la hepatitis C, hasta que se encontró la cura. En esta misma clínica, tratamos y curamos a miles de pacientes con hepatitis C, pero lo más importante es que, cuando los curamos, les cambia la vida por completo”, agregó.
El hígado graso o esteatosis ocurre cuando se acumula 5% o más de células de grasa en ese órgano. Aunque puede haber varias razones, la acumulación se da mayormente por la ingesta de alimentos procesados, y existen ciertos “factores de riesgo”. Entre ellos, Rodríguez Orengo mencionó diabetes, sobrepeso, desórdenes de la tiroides y presión, colesterol y triglicéridos altos. “Además, los latinos tenemos una mutación genética, que se llama PNPLA3, que nos predispone a acumular más grasa en el hígado”, subrayó.
Según el doctor, la acumulación de grasa se agrava con “insultos de nuestra vida diaria”, como el estrés, que producen otros cambios en el hígado. Se liberan citoquinas (moléculas que tienden a crear inflamación), las células “empiezan a ponerse como un globo” y pueden producir lesiones. Cuando esto ocurre, se conoce como esteatohepatitis.
Con la inflamación de las células, viene un proceso de cicatrización o fibrosis hepática, que desencadena en cirrosis “cuando el hígado dice: ‘no puedo más’, pese a que es muy resiliente”. Los efectos de la cirrosis incluyen sangrados internos por obstrucciones (requieren cirugía para detenerlos) y liberación de tóxicos –como amoníaco–, que llegan al cerebro y causan desde pérdida de memoria hasta un estado de coma (encefalopatía hepática).
“Otro elemento que vamos a ver es la acumulación de líquido en el abdomen o ascitis, lo cual también puede traer problemas. Y todas estas condiciones son sin haber tomado una gota de alcohol. Por eso, se llama hígado graso no alcohólico. El alcohol tiende a acelerar todos estos procesos”, alertó.
“Si hay cirrosis, lo que se va a necesitar es un trasplante de hígado”, expuso, tras resaltar que, en Estados Unidos, este año ya ha habido más trasplantes por hígado graso no alcohólico que por cualquier otra condición hepática. “Es una condición que puede llevar a la muerte, y también se considera precarcinógena porque la obesidad puede llevar a tener mayor riesgo de cáncer”, indicó.
“Esperanza para los pacientes”
En la más reciente contribución del FDI Clinical Research con un estudio clínico a nivel mundial, que busca demostrar la eficacia del medicamento efruxifermin (EFX), se revelaron datos que sostienen el beneficio en pacientes con fibrosis a causa del hígado graso no alcohólico.
Específicamente, los investigadores hallaron que los grupos tratados con una dosis de 50 miligramos de EFX mejoraron en un 76% su condición de hígado graso, mientras que en los pacientes que no recibieron el producto (placebo) se registró una mejoría de 15%. Además, la fibrosis hepática mejoró en un 41% en los grupos tratados con EFX frente a un 5% en pacientes con placebo. Los pacientes con el medicamento bajo estudio también experimentaron mejoras estadísticamente significativas en el control glucémico, las lipoproteínas y el peso corporal.
“Los resultados del estudio son un logro y representan una esperanza para los pacientes diagnosticados con hígado graso en Puerto Rico y pacientes con factores de riesgo. Aunque no contamos con un tratamiento aprobado, estos resultados nos acercarán más a la meta de ofrecerles alternativas de salud a nuestros pacientes y calidad de vida”, señaló Rodríguez Orengo, tras destacar la participación de pacientes puertorriqueños en el estudio.
Estimó que “en dos o tres años” se tendría el primer medicamento contra el hígado graso, pero afirmó que, al igual que con la hepatitis C, “será la combinación de varios (fármacos) lo que va a reducir (la prevalencia de la enfermedad)”. “Hay que hacer estudios de interacción de drogas, toxicidad y demostrar eficacia, y eso va a demorar un poco más”, dijo.
El hígado graso no alcohólico es una enfermedad asintomática, lo que significa que los pacientes no sienten nada en 10 o 15 años. Los primeros síntomas, que suelen ser dolor en lado derecho del cuerpo y limitación de movimiento, aparecen cuando la condición ya está en etapa avanzada. El método más confiable de diagnóstico es la biopsia hepática, pero existen otros procedimientos, como el FibroScan (no invasivo y sin agujas), que detectan grasa en el hígado y evalúan el grado de daño. FDI Clinical Research ofrece gratis la prueba de FibroScan a sus pacientes. Una dieta baja en carbohidratos y ejercicios cuatro veces al día, por 30 minutos a una hora, son la principal forma de prevención.
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