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El cantautor español Antonio Orozco no necesitó llenar la versión reducida del Coliseo de Puerto Rico para cumplir con las expectativas de un pueblo que lo ama.
La voz rasgada, simpleza, talento y dominio escénico del artista se fusionaron perfectamente en una velada memorable, que arrancó a las 9:50 de la noche con “Aires en las espaldas”.
Orozco reafirmó que su poder de seducción está en su voz, porque supo salir airoso en un concierto “Único” sin pretensiones a nivel producción.
Como lo prometió, el vocalista empezó a dejar su piel en el escenario con “Llévatelo”, gritando en medio del tema sus primeras “buenas noches, Puerto Rico”, lo que encendió a sus cómplices.
Ya concluida la melodía, Orozco se dirigió a sus fans. “¿Cómo están? Les voy a contar una historia de amor que empezó hace nueve años… Las canciones tienen su vida propia y saben más de uno que uno mismo. Ellas hacen que uno tome la decisión de agarrar un vuelo y pasar por los oídos de tanta gente. Hoy, aunque ustedes no se lo crean, es uno de los días más importante de mi vida”.
Con visible emoción, el solista agregó que “nos atrevimos a soñar que sería posible y a soñar que incluso un día estaríamos en el Choliseo de San Juan y aquí estamos”.
“Han pasao miles de momentos hermosos en Puerto Rico, donde aprendí a reír, a caminar, a volar, aprendí a soñar, aprendí a escribir. Y de la misma forma que Puerto Rico me dio, de la misma forma permítanme que esta noche me exprese como el que lo quiere dar todo”, manifestó.
Antonio Orozco se apoderó de la atención del público de principio a fin, pero principalmente en sus éxitos “Una y otra vez”, “Estoy hecho pedacitos de ti” -en la que se bajó del escenario para confundirse con el público- y “Devuélveme la vida”.
Imágenes del tren de Barcelona, Cataluña, captaron la atención de los asistentes al ser testigo de una dramática historia relatada en “Una estación sin voz”.
Eufórico por la temprana entrega de los puertorriqueños, el intérprete caminaba a ambos extremos de la tarima y daba brincos, lo que se repitió en varios instantes del show, que continuó con “El viaje”, “Que me queda” y “Ya lo sabes”. Esta última melodía provocó que dedicara unos segundos a escuchar cantar a sus fans.
Orozco “amenazó” a la audiencia que si no reflejaba su talento en el baile -que tanto caracteriza a los boricuas- la captaría en imágenes para subirlo al portal Facebook con un círculo rojo. Inmediatamente, entonó “Quiero ser” para luego dar paso a la presentación de su banda, compuesta por músicos puertorriqueños.
El protagonista de la noche aprovechó para relatar historias de amor o transmitir un mensaje de solidaridad sobre lo que ocurre a su alrededor.
“Es mi soledad”, “Siempre imperfectos”, “Dime por qué”, “Te esperaré” y “Lo que tú quieras soy” formaron parte del selecto repertorio, hábilmente seleccionado por el artista.
En versión acústica, el solista entonó “Celos, irremediablemente celos” y “Eres”, para luego conmocionar con “No hay más” al piano.
Antonio Orozco dijo adiós con “Bajo la piel”, letra del puertorriqueño Draco Rosa, mientras cientos de almas lo vitoreaban.
El grupo Marconi estuvo a cargo de la apertura del concierto, teniendo una presentación de altibajos por confrontar problemas en armonizar las voces.
Sus integrantes solo lograron atrapar al público con “Me puedes pedir lo que sea”, tema de la telenovela “Amores verdaderos” (Univisión), que interpretaron con la puertorriqueña Fabiola, exparticipante de la segunda edición de “Idol Puerto Rico”
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