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Por Marcos Billy Guzmán | Especial El Nuevo Día
Por ahí hay quienes le dicen la “Diva de la nueva generación” y, aunque se tuerce un poco cada vez que lo escucha, Kany García tiene un algo especial que la distingue y que cautivó a los fanáticos que presenciaron anoche su tercer concierto en el Coliseo de Puerto Rico José Miguel Agrelot.
Sea por originalidad o el elemento casi místico que acompaña la buena música, el espectáculo destapó a una Kany más segura con su propuesta y a una intérprete con raíces mayores. Sin duda hay quienes la critiquen por ser “demasiado honesta”. Pero, al menos anoche, esa característica (que ella no niega) le funcionó en su más reciente encuentro con el público boricua.
Desde que comenzó con Me quedo, la cantautora pudo emocionar a una audiencia integrada por niños, jóvenes, adultos y parejas enamoradas. Víctor Santiago primero la presentó con un par de versos patrióticos, mas su participación entre ritmos autóctonos fue demasiado fugaz. De inmediato, la protagonista salió caminando con su guitarra en mano y comenzó a cantar temas sobre su desarrollo artístico.
Más tarde, Para volver a amar, Qué nos pasó y Hoy pusieron a la gente a corear. Recostada de un piano, la intérprete igual recibió apoyo en una versión apacible de Adiós. El público gritó agradecido.
“Qué bien se siente. Nada complace más que tener lleno el lugar donde uno vive. Las cosas están difíciles… No tenemos otra opción que dar un show de primera. Ser agradecido es importante”, dijo.
Agradecida con quien “me dio la mano cuando yo no era nadie”, llamó al músico Santiago Cruz para que la acompañara en Cuando se va el amor. A solas, el colombiano luego cantó Desde lejos. Aunque los presentes al final fueron generosos con sus aplausos, el fervor bajó hasta que se despidió.
Con tres pantallas verticales, la tarima fue sencilla, pero pareció acobijar a los espectadores en un cuarto íntimo e iluminado suavemente con luces cruzadas entre sí. Allí, Kany regresó vocalizando Esta soledad. Pero el desamor, dijo, no es su realidad. Por eso le dedicó Pasaporte a su esposo y guitarrista Carlos Padial, por quien tuvo un nudo en la garganta. Fue emotivo, pero no más que cuando invitó a la gente a enviar un mensajes de texto con el fin de recaudar fondos para el St. Jude Children’s Research Hospital mientras cantaba Si yo me olvido.
Como era de esperarse, la multitud cobró mayor ánimo al escuchar Amigo en el baño. Esa energía regresó al asunto del amor y desamor tan pronto sonaron A dónde vas, Hoy ya me voy y Que me quieras, sencillo que presentó junto al merenguero Joseph Fonseca.
Estos segmentos enardecieron, aunque no tanto como cuando Kany cantó Estigma de amor con su mamá. La muchedumbre las ovacionó.
Durante la jornada, la vocalista balanceó éxitos de sus discos Cualquier día, Boleto de entrada y Kany García.
Al cabo de una veintena de números, la función desembocó en un popurrí de cortes alusivos a nuestro orgullo patrio.
Acto seguido, la cantautora concluyó el espectáculo con Que te vaya mal, aunque mal anoche no le fue.
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