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Héctor Aponte Alequín / >haponte@primerahora.com
Las lágrimas invaden el rostro de Carlos McConnie cuando ve a los deportistas puertorriqueños competir en las Olimpiadas.
El animador cuenta a Primera Hora que no solo le enorgullece que representen a su patria con tesón, sino que también entiende el enorme sacrificio que conlleva su gesta.
“Me emociono, lloro cuando veo a un atleta que representa a Puerto Rico dignamente. Me emociona mucho”, comenta el talento del desaparecido programa de Univisión Flashado VIP.
“Hasta cierto punto, me identifico. De alguna manera, puedo entender lo que es el esfuerzo, la presión que se siente”, expresa.
Las hazañas de los nuestros no son las únicas de las que el modelo está pendiente. A través de Internet, McConnie ha seguido las ejecutorias de sus equipos favoritos en voleibol de cancha y playa, las carreras de pista y campo y las competencias de ciclismo y natación.
Esta afición al deporte es cónsona con su estilo de vida. “Corro bicicleta, practico voleibol y baloncesto. Soy bien activo. Soy 100% activo”, se describe.
Un sueño no cumplido
De hecho, este fanatismo nace de su sueño de ser deportista profesional.
“¡Qué no hubiera dado yo por representar a Puerto Rico así!”, dice melancólico.
Y es que, durante su adolescencia, McConnie jugó con varios equipos de voleibol y, simultáneamente, con algunos de ellos plantó la bandera boricua en Estados Unidos.
“Salía del equipo de voleibol de la escuela y me iba a jugar baloncesto. Después, practicaba (voleibol) con otro equipo. El fin de semana, en mi tiempo libre, llamaba a mis primos para jugar en la cancha de la casa de mi abuela. Mi vida era 24 horas el deporte”, narra el ex alumno de Robinson High School, en Condado, de donde obtuvo su cuarto año de escuela superior en 1999.
“Ya no practico a nivel competitivo pero, cada vez que juego voleibol, recuerdo esa época y fue muy feliz. El deporte es bien gratificante, tanto en las altas como en las bajas. Si ganas o si pierdes, eso al final no importa”.
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