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Por Mariana Cobián
Un jurado compuesto por cinco mujeres y siete hombres determinó ánimamente que el presentador Josué Carrión Carrero, conocido como Mr. Cash, no es culpable por intentar transportar en un avión un arma de fuego cargada.
La deliberación duró poco más de tres horas.
Carrión Carrero terminó de declarar esta mañana y se espera que luego del receso del almuerzo, la jueza presidenta del Tribunal Federal en Puerto Rico, Aida M. Delgado Colón, imparta las instrucciones al jurado. Luego la fiscalía y la defensa tuvieron sus turnos para ofrecer sus informes finales.
Carrión Carrero, acusado por intentar portar un arma de fuego cargada con siete balas en un vuelo comercial por la línea aérea Delta el 28 de mayo pasado, alegó a preguntas de su abogada Mariela Maestre -quien lo representa junto con Juan Matos de Juan y Edgar Sánchez- que no sabía que tenía su pistola en su bolso de mano hasta que personal de la Agencia para la Seguridad en el Transporte (TSA) se lo dijo al pasar su equipaje por la máquina de Rayos X en el punto de cotejo en el aeropuerto internacional Luis Muñoz Marín.
"Me sentí bien tonto, bien estúpido. Mi reacción fue que perdí el vuelo otra vez porque me pasó algo similar en 2012", expresó el animador del programa "El Tiempo es Oro", refiriéndose a que el 14 de agosto de 2012 fue detenido en el punto de seguridad del terminal de JetBlue por portar la misma arma de fuego en su bulto de mano.
Anteriormente, declaró que la noche antes de su arresto en el aeropuerto, tenía su bolso de mano cuando fue a cenar con su amigo Yomar Álamo en un restaurante en Condado.
Cuando el fiscal federal Max Pérez Bouret le cuestionó si en toda esa noche y la mañana siguiente, no abrió dicho bolso, el acusado contestó que no.
"Así es, nunca", dijo el acusado asistido por un intérprete, pues el proceso en el Tribunal Federal se lleva a cabo en inglés.
La jueza le preguntó entonces si fue él quien pagó la comida, y Carrión Carrero dijo que sí, pero que pagó con dinero en efectivo que tenía en su bolsillo. Agregó que no sabía si esa noche tenía el arma consigo.
Cuando el fiscal le preguntó si estaba declarando para beneficiarse y tratar de que el jurado lo encontrara no culpable, el propietario de las casas de empeño Oro Centro respondió: "Claro".
Carrión Carrero aceptó que no vio a su "entonces mano derecha", Álamo, poner el arma en su equipaje la noche antes de irse de viaje, aunque al agente del Negociado Federal de Investigaciones (FBI) que lo detuvo en pleno avión antes de partir a Nueva York le dijo que otra persona le empacó las cosas en el bulto.
El fiscal le preguntó si casi siempre estaba armado por la naturaleza de su trabajo y por el alto nivel de criminalidad en la Isla, a lo que el acusado dijo que sí. No obstante, dice que en Nueva York se siente "seguro", aun cuando el propósito del viaje era llevar $200,000 en prendas de oro a una refinería. Explicó que cuando le compran el oro, le depositan el dinero directo a su cuenta, dinero que usa "para la operación de las tiendas y pagarle a las 140 familias…", refiriéndose a la cantidad de personas que emplea, pero fue interrumpido por el fiscal.
Ayer, martes, Carrión Carrero dijo que ha viajado al menos 80 veces en los últimos dos años para vender el oro que recopila en sus tiendas, por lo que Pérez Bouret estimó que el total de la ganancia ha sido de $16 millones, pero el acusado dijo que no tenía ese número, y que todo depende del precio del oro al momento de venderlo, dado que fluctúa.
Como testigo de refutación, el fiscal sentó en el banquillo de testigos al inspector del TSA, Agustín Frías, quien dijo que en la mañana del 28 de mayo, entró al cuarto donde era interrogado Carrión Carrero luego de que detectaran que llevaba un arma en su equipaje de mano.
Frías declaró que al entrevistarlo, Carrión Carrero le dijo que la noche antes, perdió su vuelo y logró sacar un pasaje en espera o "stand by" para la mañana siguiente, por lo que la noche antes fue a comer y le dijo que llevaba su arma en su bolso. Agregó que era viajero frecuente y que le aseguró que conocía las reglas, y que algo similar le había pasado dos años antes.
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