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Charlotte Figi, una pequeña de seis años, vivió condenada a sufrir 300 convulsiones a la semana por su padecimiento del Síndrome de Dravet o mioclónica de la infancia, una forma rara y grave de epilepsia intratable, lo cual significa que las convulsiones no se controlan con medicamentos.
Charlotte sufrió el deterioro de su cuerpo y su desarrollo conforme la enfermedad empeoraba. No fue hasta que sus padres, al sentir que ya no había medicamento que ayudara a su hija a mejorar, comenzaron a tratarla con marihuana medicinal.
“A los dos años, realmente comenzó a debilitarse cognitivamente. Ya sea por los medicamentos o por las convulsiones, era obvio. Y la perdíamos", dijo su madre, Page Figi a la cadena CNN.
El paciente promedio en el programa de marihuana medicinal del estado de Colorado, donde viven los Figi, tiene 42 años. Fue por esta y otras razones que los médicos no querían autorizar el tratamiento para Charlotte, quien en ese momento tenía solo dos años.
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Su padre, Matt, en su constante búsqueda por remedios que ayudaran a su chiquilla a mejorar, leyó de un niño en California que era tratado con cannabis. La cepa tenía poco tetrahidrocannabinol, o THC, el compuesto en la marihuana que es psicoactivo. También tenía mucho cannabidiol, o CBD, que tiene propiedades medicinales, pero no psicoactividad. Los científicos creen que el CBD tranquiliza la actividad eléctrica y química excesiva en el cerebro que causa las convulsiones.
Tenía cinco años cuando sus papás decidieron probar la marihuana medicinal.
“Fuimos pioneros en todo esto; hicimos a Charlotte el conejillo de indias”, dijo Page, su madre. “Esta es una sustancia federalmente ilegal. Para ser honesta, tenía miedo”.
Los padres de Charlotte, luego de varios estudios comenzaron a darle el aceite dos veces al día en sus alimentos.
Hoy en día, Charlotte, se ha recuperado impresionantemente. Solo presenta dos o tres convulsiones al mes, casi siempre mientras duerme. Volvió a caminar, corre bicicleta, come por su propia cuenta y habla más y más cada día.
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